“Amor, caótico amor…”
Ante
todo, la anarquía, el caos, las peleas, el alcohol, las drogas, el sexo; y por
último: “la música”. Así funcionaba el mecanismo de un Punk; pero no ayer, ni
hace veinte años; funcionaba así en 1977, en Londres, capital húmeda y gris,
donde la burguesía, con su estilo conservador y su falso reinado, no hacía más
que impulsar la rebelión de una gran cantidad de jóvenes.
Un
nuevo movimiento se estaba gestando en las calles, se comenzaban a ver jaurías
de jóvenes híbridos y violentos, con afiladas crestas de pelo en sus cabezas;
con cruces esvásticas, y toda clase de insignias nazis adornando sus cuerpos. Con
esa vestimenta exclusiva que incluía pantalones negros ajustados y borcegos
intimidantes. Jóvenes dispuestos como soldados de un submundo creado por ellos
mismos; dispuestos a pelear una guerra invisible, a violar reglas y destruir
todo a su paso; llevando la bandera de su único Dios: “El Caos”.
Había
que morir joven, había que lastimarse, intoxicarse; había que vivir al borde del
abismo, sentir que cada día era el último, pero no de una manera optimista;
porque la idea esencial del punk estaba inspirada en el nihilismo, en lo absurdo
del sistema, de las leyes, y las religiones.
Aunque
resultase algo paradójico, este movimiento creía en el amor. Pero en el amor
como una forma de rebelión, así como lo pregonaban los hippies tambien en los
70`, pero a diferencia de estos, los punks usaban el amor como un mecanismo más
para autodestruirse.
Esta
es la historia de Sid, y también la de Nancy. Sid era un auténtico punk, por no
decir que era el único. El único que vivía en base a todas las descreencias que
vivía un Punk. Nancy solo era una groupie que buscaba revolcarse con alguien de
la banda; y al ser ignorada por Johnny, el líder y cantante, decidió acercarse
a Sid, el bajista; el integrante más salvaje de todos.
Nancy
no era muy bella, hablaba a los gritos todo el tiempo, y estaba casi siempre confundida
por las drogas. Para casi todos los de la banda, Nancy resultaba repelente, a
ninguno se le pasaba por la cabeza tener un romance con Nancy; salvo a Sid, qué
se enamoró perdidamente de ella.
Hasta
conocer a Nancy, Sid se había dedicado a consumir alcohol y algunas otras
drogas; pero con ella todo cambió, con ella conoció “la heroína”, y ese fue el
comienzo del fin para ambos. Nancy acompañaba a Sid a todas partes; en cualquier
sitio donde ambos se hallaran, siempre había drogas y problemas. Y a pesar de
todo, a pesar del alboroto que la pareja generaba a su alrededor, cada día
estaban más unidos. Nada podía separarlos, salvo la muerte.
Esta
historia, tiene el final que se merece. El final por el que hubiese optado
cualquier punk de buena cepa.
Un
12 de Octubre como hoy, pero de 1978, en Nueva York, Nancy Spungen, de tan solo
20 años de edad, fue encontrada muerta en un hotel. Había sido apuñalada en el estómago.
El dueño del cuchillo era su novio, Simon John Ritchie, conocido en el ambiente
como “Sid Vicious”, bajista de la mítica banda de punk rock “Sex Pistols”. Sid
fue arrestado por la muerte de Nancy, pero lo liberaron por falta de pruebas.
Aun hoy se desconoce quien fue el asesino de Nancy. Sid moriría un año después
por sobredosis de drogas. El famoso romance entre ambos fue llevado al cine en
1986 por el director Alex Cox; la película se llamó: “Sid y Nancy”; fue
protagonizada por Gary Oldman en el papel de Sid, y Chloe Webb en el papel de
Nancy.
Texto y pintura de Martín Kaos
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