“Parece que me va a llamar, y luego huye sin hablar…”. Nadie lo podría haber cantado mejor. En mi vida, Noelia pasó de ser un sueño, a ser un gran desengaño. Lujuriosa y perturbada; vacilante y frágil como una polilla; escurridiza como una libélula. Así era ella; y digo “era”, porque ahora, esta muerta. Muerta para mí al menos.
“Hace tiempo que no he vuelto a verla, y ya no sé que será de Noelia…”. Lo cierto es que ni me importa lo que será de ella. Solo sé que le gustaba andar borracha, y le encantaban los hombres, si, en plural, solo en plural. También le gustaban las fiestas y todo lo que provocase un bullicio incesante en su mente… su mente en silencio, era su peor enemiga.
Que despechado sueno. El amor no correspondido hace esas cosas. A Noelia le encantaba decir que me amaba, pero solo decirlo. Era muy común que luego de declararme su amor, desapareciera durante meses, para luego reaparecer y volver a declararse, y así sucesiva y descaradamente. Hasta sacarme de quicio. Hasta arrancarme lágrimas, insultos y rencores.
Algunas veces Noelia me daba explicaciones, me decía: “¡Es que sabés demasiado de mí, te lo conté todo, todo!…”. Era cierto, yo sabía todo lo que ella intentaba ocultar de los demás; sus vicios, sus fobias, sus traumas, su mala suerte; todo aquello que acabaría instantáneamente con las intenciones de cualquier hombre. Y sin embargo, eran esos secretos los que me hacían quererla. Por eso no entendía su explicación. ¿No seria yo el amante perfecto acaso? Sabiendo todo eso que ella manifestaba “inconfesable”, y aceptándolo sin condiciones, ¿no era yo el tipo con quien Noelia debía compartir su vida?... Supongo que no.
“Hay una chica que es igual, pero distinta a las demás…”. De eso no me quedan dudas. Noelia era igual a todas las mujeres; si, a todas esas libertinas que me transformaban en un amante masoquista. Admito que, en vez de difamarla, debería hacer un mea culpa, intentar comprender por qué razón siempre termino enamorado, o mejor dicho, obsesionado con mujeres que no merecen la pena. O tal vez sí, tal vez Noelia merecía la pena; porque tenía esa… esa manera entrañable de burlarse de si misma. Y me encantaba cuando lo hacía. Sentía el impulso abrazarla, y besarla, y olerla, y amarla hasta vaciarle las penas… en fin. Que cursi suena el amor.
¿Qué más puedo contarles de Noelia? Todo en ella me cautivaba. Aun lo que hoy condeno y maldigo: su lujuria, su locura, su egoísmo, su tan poco sutil manera de desaparecer. Aun eso me seducía. Y supongo que Nino Bravo lo sabía antes de que yo naciera. Por eso compuso esta hermosa y maldita canción; que describe afinadamente, casi como una fatal premonición, lo que yo habría de sentir por Noelia.
Un 3 de agosto de 1944 nacía en Valencia, Luis Manuel Ferri Llopis, conocido como “Nino Bravo”, uno de los cantantes más queridos y admirados de la música melódica hispana. Grabó cuatro discos. En 1971 sale a la venta “Un beso y una Flor”, LP en el cual se incluyen algunas de sus mejores canciones, como: “mi gran amor”, “América, América”, y… “Noelia”.
Diego Martín Rotondo
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