miércoles, 18 de julio de 2012

John Glen, 18/07. Ingravidez


El tipo es un piloto de combate. Tira bomba por donde se le presenta la oportunidad y con la metralla cose a tiros a cuanto enemigo de la Gran Nación, camina bajo la sombra de sus alas.
No conforme con llenar su pecho de medallitas de héroe y abultar la estadística de cadáveres enemigos, busca ir más allá, sorprender al pueblo, y se monta a un avión para marcar el record en un vuelo supersónico.
El hombre quiere volar bien alto y los superiores así lo entienden: entra a la NASA.
Pruebas por aquí y por allá, nada puede tenerlo quieto, entra a un cohete sin que lo inviten, ordena que prendan la perilla, cuando todos dudan, y así va: se pierde entre las nubes, le da tres vueltas a la tierra y regresa como un súper héroe del espacio, el primer ser humano en hacer un vuelo orbital.
Kennedy lo recibe, se abrazan y, junto al pueblo, masifican un corte de manga para los rusos, al otro lado del mundo, a quienes suponen, todavía borrachos de vodka, por los festejos del primer vuelo orbital de un animal, el de la malograda perrita Laika, dos años antes.
El astronauta se acerca demasiado al poder, como para entender que la altura próxima a conquistar está en la política y los negocios, que vienen a ser lo mismo.
Se mete en una empresa como ejecutivo y también milita en un partido político.
Tanto lucha por la fortuna de su patria, y la suya, que hasta llegan a engancharlo, mientras es Senador, en una negociadito con otros amigos de la Cámara Alta, miembros de la mesa chica, esa donde pocos comen y se sirven los mejores bifes.
Zafa, tal vez, porque no deja de ser el primero en la historia de la humanidad en volar al espacio y eso lo dota de un crédito estelar.
Ya vejete, pero con las mismas mañas, le vienen las ganas de marcar otro record: ser el primero en regresar al espacio una treintena de años después y medir el efecto de la ingravidez, en su cuerpo, con el paso del tiempo.
Lo suben a un trasbordador, dan vueltas a la tierra y regresa sonriente; ni una de las piezas dentarias se le han salido de su correspondiente implante, los huesos no se partido, el tipo es recibido, nuevamente como héroe.
Y ya, en el cenit de su vida, su carrera corona las hazañas, muestra al mundo (el de ellos, el único que les importa) que así se hace un tipo, de punta a punta, que busca ir más allá de la propia muerte (la que le provoca a los otros) y de la riqueza (la que le quita a los otros) y demuestra, tras darle varias vueltas a la tierra, desprovisto de la fuerza de atracción de nuestro plante, cuál el punto justo de la ingravidez del héroe capitalista.
John Glen, es este señor y nació un 18 de Julio de 1821.
Juan Guinot

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